lunes, 7 de marzo de 2011

Una razón para abolir el día de la mujer....

EXISTIÓ UNA CIVILIZACIÓN EN LA QUE LAS MUJERES TUVIERON IGUALDAD DE DERECHOS - HOMENAJE AL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER**

de Amigos Celtas, el Lunes, 07 de marzo de 2011 a las 19:16
 Nadie habla, porque no conviene, que existió una civilización en Europa  Occidental[i] la CELTA, que antes y en los comienzos de la era cristiana, la mujer no conoció de feminismo, ni machismo, ni matriarcado /patriarcado, y por supuesto, menos de tener la necesidad  de  luchar por sus derechos, sus espacios.
Vivían en un sistema de igualdad de derechos y deberes como los hombres.
Desde el nacimiento ambos sexos eran criados juntos, recibiendo la misma educación cultural y espiritual, compartían sus juegos, así como el aprendizaje de oficios y eran igual de garridas al momento de entrar en guerra.
Entre los derechos que luego el derecho romano y el cristianismo se ocuparon de prohibir y por sobre todo censurar en la historia universal, estaban:
  • El derecho a elegir a su hombre, nadie podía imponerle un casamiento. Que las leyes celtas incluían renovación del contrato matrimonial, al año de haberse casado.
  • Que existía el “divorcio” con repartición de bienes equitativos. Manteniendo cada uno sus bienes propios y repartiendo los que hubiesen incrementado durante el matrimonio.
  • Que el divorcio no era algo vergonzoso o mal visto por el resto de la sociedad, así como el concubinato o lo que hoy conocemos como tener una amante durante el matrimonio.
Entre los registros del historiador Diocasius,[ii]  y también lo toma Julio Cesar en sus relato sobre "La guerra de las Galias", refiriéndose peyorativamente  a la costumbre  de compartir una mujer entre varios hombres. Lo  documentando  es una entrevista entre Julia Domna, esposa del emperador Severo[iii]  y una mujer caledonia. La patricia habla sobre la libertad con que las mujeres de su pueblo conceden lo que los celtas llamaban "la amistad de los muslos". A lo que la caledonia (celta) respondeque los modos de su pueblo son superiores a los de los romanos puesto que en su pueblo todo se hacía de una manera directa y abierta. Ellas, las mujeres de su pueblo podían juntarse descaradamente con el más magnífico de los hombres mientras que las romanas, con el secreto que sus falsos valores que la respetabilidad imponía, tan sólo podían encontrar amantes entre aquellos a quienes no arredraba complacerse en alianzas furtivas,  os dejáis ser seducidas en secreto por el más vil o por quien más pague por vos... "
La “amistad de los muslos” consistía en la libre elección de un hombre de su agrado, para aparearse, sin moralinas, ni tapujos y sin conllevar con ello ninguna responsabilidad por parte de uno o del otro. Sin que esto implicase juzgamiento alguno por el resto del clan o tribu.
  • La mujer administraba sus bienes, comercializaba, podía iniciar causas legales si fuese necesario.
  • Al tener el deber y el derecho de recibir educación,  las mujeres, al igual que los hombres, llegaban a ejercer la medicina;  y según su capacidad y vocación alcanzaban los rangos de druidesa, poetiza, legisladora, educadora, jefe militar, comerciante, instructora en lucha y en armas, llegando a obtener el jerarquía de “Mujer Sabia”.
  • Tenían mucha dignidad, eran trabajadoras incansables, alegres de por sí, voluntariosas,  porque ello formaba parte de su tradición, al igual que el ser una bravía para enfrentar tanto la dureza del trabajo del campo, cuidado del ganado, sembrado o el rigor de la lucha.
  • Poseían la virtud de actuar como fieras ante la adversidad o las obligaciones y luego convertirse  en seductoras “sirenas encantadoras” a la hora del amor. Del descanso o de las fiestas.
  • Coquetas por excelencia, obsesivas por su limpieza personal  (convengamos que se le atribuye a los celtas el invento del jabón) y estética personal. Expertas en la generación de diferentes cosméticos para dar color a sus pálidos rostros. Tenían especial cuidado en la elección y diseño de sus prendas, que ellas mismas confeccionaban y adornaban,  en forma recargada, con los más diversos objetos en piedras, oro o bronce. Excesivas al igual que los hombres en el uso de elementos de joyería, como collares, pulseras, anillos, adornos para el cabello.
Lamentarse por lo que pudo ser y no fue, de poco sirve. Pero no puedo dejar de cuestionarme sobre ¿Cómo hubiese sido la historia de la humanidad si el tipo de sociedad céltica hubiese predominado?
Al menos queda el consuelo que hasta más allá del siglo XV, en Irlanda, la mujer logro custodiar su independencia e igualdad con el hombre, manteniéndose emancipada y valorada por sus cualidades. Situación que en gran parte perdura.
Por último, investigando la historia de las grandes mujeres, de los últimos siglos, por, “casualidad o causalidad”,  coinciden en tener herencia y genética celta. Un ejemplo solo de Argentina,  Eva Perón y María Estela Martínez de Perón provienen de genética céltica. Camila O´Gorman, Cecilia Grierson, María Elena Walsh, Madame Lynch (Paraguay) y si nos trasladamos  a Europa tenemos desde Juana de Arco hasta las Presidentes de Irlanda, la musa inspiradora de las teorías de Engels y Marx, la amante de Luis XV, etc. hay una extensa lista de mujeres “diferentes” que hacen honor a su herencia céltica o influencia céltica [iv].
¡Qué increíble! , pensar que fueron las únicas mujeres de la historia que no supieron de feminismo ni machismo, que no tuvieron que luchar por sus espacios. Y como se ocultó su historia.
Por último, un dato más, la rebelión de mujeres en la fábrica textil Cotton de New York, donde fallecieron calcinadas 146 mujeres, estuvo encabezada por mujeres inmigrantes irlandesas es decir celtas.
 Creo que las CELTAS merecen un espacio especial en el  Día Internacional de la Mujer, puesto que es una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia. Se merece ser conocida la historia de quienes fueron libres por siglos.
Susana Shanahan
Periodista y escritora
Especializada en temática Céltica e Irlandesa


[i] Comenzaron a habitar en el centro y el norte de Europa  2.000 años antes de Cristo. Extendiéndose entre el 1.500 y el 900 a.C. por las Islas Británicas, norte de Francia, parte de Suiza y norte de Italia, llegando a  España en el 800 a.C. [i]Podría considerarse que su periodo de mayor expansión fue entre el siglo III y el I a.C. Aunque en lugares como Irlanda permaneció por varios siglos mas[i].
[ii]Dión Casio (150-225 d. de C.)
[iii] Severo (193-221 d. de C. )
[iv] Se puede incluir a la madre Teresa de Calcuta por la influencia recibida de la cultura celtica ya mezclada con la católica. Es que desde  pequeña fue educada en un convento en Irlanda y ella misma declaro que fue ahí donde comprendió que existía  de otra manera la religión y la misión en la vida que debía llevar. Desde una libertad de acción, y nivelación de la guerrera y la pacifista.


**Tomado de:
http://www.facebook.com/Brujer#!/notes/amigos-celtas/existi%C3%93-una-civilizaci%C3%93n-en-la-que-las-mujeres-tuvieron-igualdad-de-derechos-h/10150102892856263

domingo, 6 de marzo de 2011

Un texto de Juan Domingo Argüelles

Educación y lectura en México:
una década perdida
Juan Domingo Argüelles
En los programas educativos y culturales de los últimos diez años en México (todo lo que va del siglo XXI; el período, hasta hoy, de las administraciones del Partido Acción Nacional), el “problema de la lectura” ha sido, al igual que en los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional, más una bandera política que una verdadera preocupación social y cultural.
Pero, en el caso de los gobiernos panistas, de lo que hablamos es de una década perdida para el cambio educativo y el desarrollo cultural de México. La alternancia en el poder creó expectativas ilusorias: expectativas que no debieron ser tales –o, al menos, no tan optimistas– si se hubiera partido de un análisis real de lo que han significado, y significan, en todo el mundo los gobiernos de derechas.
A final de cuentas, el PRI y el PAN han sido protagonistas de una rediviva, y recargada, película tragicómica: Uno miente, el otro engaña, y todo acaba en una disparatada confusión de identidades.
Pero hay algo más obvio. La derecha nunca ha apreciado la cultura escrita e impresa como un medio de emancipación. Antes por el contrario, le preocupa que esta cultura propicie esa emancipación que va siempre aparejada al cuestionamiento del autoritarismo y a la crítica del poder. La derecha ha estado siempre más cerca del dogma y de la censura que del conocimiento y la libertad.
En el tema de la cultura escrita (ya sea impresa o digital), los gobiernos, en general, pero especialmente los dos últimos en México, asumen que la lectura de libros tiene como fin básico “estudiar” y “pasar exámenes” para sacar carreras y hacer currículos que conduzcan al “éxito” (cualquier cosa que se quiera decir con esto). Creen que la lectura es un asunto exclusivamente instrumental y escolarizado, y no la ven como un bien intangible que desarrolla el humanismo y favorece la autonomía, el espíritu crítico y la recreación de sentido a partir de las ideas que encierran los libros.
Si bien los gobiernos del PRI tuvieron la misma concepción utilitaria de la lectura, la verdad es que sus programas dejaban escapar, en su laxo ejercicio del control cultural (puesto que la cultura les importaba un bledo), esa posibilidad de la lectura gratuita o de la gratuidad de la lectura y, en general, de la cultura, todo eso que la visión y la misión autoritarias de la derecha (ya sea seglar o clerical) obstaculizan o, por lo menos, no favorecen ni fomentan porque contradice sus dogmas ideológicos.
La lectura como un acto no utilitario, soberano y al margen de las evaluaciones escolares, más bien le preocupa a este tipo de gobiernos, y la lectura como un ejercicio formativo de autonomía ciudadana le alarma especialmente.
Para los gobiernos, en general, pero en particular para los gobiernos de derechas, el valor de la lectura está asociado siempre al currículo escolar y al prestigio profesional. La lectura sin recompensa curricular se torna sospechosa: cosa de vagos y hedonistas, probablemente de contestatarios y seguramente de inconformes.
Si comparamos cómo estábamos hace diez años y cómo estamos hoy en la cultura nacional, veremos que algo también puede ser nada, puesto que algo se ha hecho. En la comparación, los panistas ni siquiera pintan, pues –con mucho– fue más lo que, sin entusiasmo ni propósito, los gobiernos priístas “dejaron pasar”, que lo que los panistas hicieron, o quisieron hacer, para convencernos de que la cultura formaba parte importante de sus preocupaciones.

Ilustraciones de Huidobro
Y no porque los priístas hayan sido más cultos, sino porque eran más políticos y sabían de este oficio un principio elemental: el político gana más cuando pierde (o cuando cede al ciudadano) un poco de su poder, que cuando todo lo constriñe al despotismo de su ideología. No pierde gran cosa y sí gana, en cambio, fama de liberal y hasta cierta popularidad. Una cosa es que fueran calculadores, y hasta cínicos, y otra muy distinta es que hayan sido tontos.
Los gobiernos del PAN, en cambio, no acostumbrados a gobernar, creen que su “ideolatría” debe asumirse, e imponerse, como religión, y en ello se empeñan, a grado tal que hasta se enorgullecen de su analfabetismo no ya sólo funcional sino también ético, educativo, cultural, artístico, etcétera.
El ex presidente Vicente Fox, por ejemplo, se vanagloriaba no de leer libros, sino de leer nubes: seguramente no más de 2.9 nubes al año. Todo un récord para un lector de nubes que siempre estuvo apoltronado en los nimbos, cirros y cúmulos y que jamás bajó a la realidad de este país en ruinas. Se fue como llegó. Sólo una cosa cumplió: seis años.
Como la leyenda urbana decía que en México se leía medio libro al año por persona y luego se supo que el índice de lectura es de 2.9 libros per capita anual –según la Encuesta Nacional de Lectura que encargó el Conaculta y que publicó en 2006–, tanto el gobierno de Vicente Fox como el de Felipe Calderón se abocaron, a través de la Secretaría de Educación Pública, a componer y, por supuesto, “mejorar” las estadísticas.
De “Hacia un país de lectores” se pasó a “México lee”: dos programas que se diferencian muy poco entre sí, porque están diseñados con el mismo propósito de atacar lo cuantitativo. La derecha no entiende que la lectura no es sólo un asunto de números. Pero, si de números habláramos, es obvio que el índice de lectura no puede estar mejor que el salario mínimo o los niveles de inseguridad, desempleo y criminalidad.
Lo más reciente que se les ha ocurrido es trasladar la obligación de leer a los hogares y que los padres lleven la cuenta de las palabras que sus hijos leen por minuto, según la tipología establecida en un documento sin pies ni cabeza (Estándares Nacionales de Habilidad Lectora) que, desde sus primeras líneas, revela que fue redactado por alguien que escribe mal porque lee mal: “Mamás y papás, fomentar la lectura en casa mejora la educación de sus hijos.” ¿Qué tipo de oración es ésta? ¿Puede alguien que redacta así ayudar a comprender la lectura?
Hace más de medio siglo, A. S. Neill (autor del clásico de la pedagogía Summerhill) afirmó que la lectura “temprana” y “rápida” es un fetichismo “educativo” de quienes no tienen mucha idea del desarrollo normal de los niños: ni se pueden adelantar etapas, ni se puede ir más rápido nada más porque así convenga al sistema educativo.
Es la misma opinión de Michael Duane, en Educación por la democracia (1970). Más aún, Duane sostiene lo contrario de lo que, por décadas, ha venido alentando el Estado mexicano como políticas educativas y culturales: “La solución, para que el alfabetismo sea universal, no son mejores técnicas para enseñar a leer ni mejorar los métodos de adiestramiento de los maestros, sino los cambios sociales que causarán el efecto de hacer que la lectura sea tan esencial para la vida normal de toda la gente como lo es en la actualidad para las clases medias.”
En otras palabras, no es la lectura la que conduce, casi abstractamente, a la mejoría social, sino ésta (en todas sus vertientes: económica, productiva, educativa, artística, etcétera) la que conduce a la necesidad de la lectura como uno de los elementos esenciales que fortalecen precisamente esa mejoría social.
El 12 de diciembre de 2010, en Proceso, Marta Lamas señaló lo pertinente: “La capacidad para leer no se mide por la rapidez con que enunciamos las palabras, sino que se adquiere a medida que se ejercitan las habilidades de percepción y cognición. Como la lectura es una actividad de producción de sentido, y no un concurso de carreras, lo importante no es la velocidad, sino usar la cabeza.”
Pero “usar la cabeza” no es cosa que se les dé muy seguido a quienes preparan y diseñan estos programas que están hechos únicamente con lo que Dios les da a entender. En el asunto de la lectura, el sistema educativo mexicano está más cerca de los charlatanes que venden humo y velocidad (¡cien páginas en ocho minutos!) que de los pensadores y científicos (Neill, Bettelheim, Piaget, Vigotsky, Chomsky, etcétera) que recomiendan un ejercicio formativo, intelectual y espiritual que no se reduzca a la creación de hábitos.
La cultura exprés, memorística, cuantitativa y epidérmica, es lo que caracteriza a una ideología educativa que no enseña a pensar ni mucho menos a cuestionar, sino a memorizar y a repetir, para competir, en la arena del egoísmo, y del egotismo, por falsas y ridículas supremacías, incluido, por supuesto, el “oprobioso” índice de lectura.***


***Tomado de:
http://www.jornada.unam.mx/2011/03/06/sem-juan.html

martes, 1 de febrero de 2011

Leer está de moda

Un mundo distraído**

La tercera parte de la población mundial ya es 'internauta'. La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro 'Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?' El experto advierte de que se "está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma".

El correo electrónico parpadea con un mensaje inquietante: "Twitter te echa de menos. ¿No tienes curiosidad por saber las muchas cosas que te estás perdiendo? ¡Vuelve!". Ocurre cuando uno deja de entrar asiduamente en la red social: es una anomalía, no cumplir con la norma no escrita de ser un voraz consumidor de twitters hace saltar las alarmas de la empresa, que en su intento por parecer más y más humana, como la mayoría de las herramientas que pueblan nuestra vida digital, nos habla con una cercanía y una calidez que solo puede o enamorarte o indignarte. Nicholas Carr se ríe al escuchar la preocupación de la periodista ante la llegada de este mensaje a su buzón de correo. "Yo no he parado de recibirlos desde el día que suspendí mis cuentas en Facebook y Twitter. No me salí de estas redes sociales porque no me interesen. Al contrario, creo que son muy prácticas, incluso fascinantes, pero precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme". Y esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital, y que según Carr es inherente a las nuevas tecnologías, es sobre la que este autor que fue director del Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace casi dos décadas nos alerta en su tercer libro, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus).
Nicholas Carr

Nicholas Carr

ENTREVISTA DIGITAL - 31-01-2011

Babelia 1001 - Autor de 'Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?'.

La noticia en otros webs

"Aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro"
Cuando Carr (1959) se percató, hace unos años, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se había convertido en una ardua tarea precisamente para alguien licenciado en Literatura que se había dejado mecer toda su vida por ella, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook. Su búsqueda de respuestas le llevó a escribir Superficiales... (antes publicó los polémicos El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google y Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?), "una oda al tipo de pensamiento que encarna el libro y una llamada de atención respecto a lo que está en juego: el pensamiento lineal, profundo, que incita al pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario. La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan". Apoyándose en múltiples estudios científicos que avalan su teoría y remontándose a la célebre frase de Marshall McLuhan "el medio es el mensaje", Carr ahonda en cómo las tecnologías han ido transformando las formas de pensamiento de la sociedad: la creación de la cartografía, del reloj y la más definitiva, la imprenta. Ahora, más de quinientos años después, le ha llegado el turno al efecto Internet.
Pero no hay que equivocarse: Carr no defiende el conservadurismo cultural. Él mismo es un usuario compulsivo de la web y prueba de ello es que no puede evitar despertar a su ordenador durante una breve pausa en la entrevista. Descubierto in fraganti por la periodista, esboza una tímida sonrisa, "¡lo confieso, me has cazado!". Su oficina está en su residencia, una casa sobre las Montañas Rocosas, en las afueras de Boulder (Colorado), rodeada de pinares y silencio, con ciervos que atraviesan las sinuosas carreteras y la portentosa naturaleza estadounidense como principal acompañante.
PREGUNTA. Su libro ha levantado críticas entre periodistas como Nick Bilton, responsable del blog de tecnología Bits de The New York Times, quien defiende que es mucho más natural para el ser humano diversificar la atención que concentrarla en una sola cosa.
RESPUESTA. Más primitivo o más natural no significa mejor. Leer libros probablemente sea menos natural, pero ¿por qué va a ser peor? Hemos tenido que entrenarnos para conseguirlo, pero a cambio alcanzamos una valiosa capacidad de utilización de nuestra mente que no existía cuando teníamos que estar constantemente alerta ante el exterior muchos siglos atrás. Quizás no debamos volver a ese estado primitivo si eso nos hace perder formas de pensamiento más profundo.
P. Internet invita a moverse constantemente entre contenidos, pero precisamente por eso ofrece una cantidad de información inmensa. Hace apenas dos décadas hubiera sido impensable.
R. Es cierto y eso es muy valioso, pero Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Lo que yo defiendo en mi libro es que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes.
P. ¿Pero, en última instancia, cómo utilizamos la web no es una elección personal?
R. Lo es y no lo es. Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en tu trabajo tus colegas te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. La tecnología, como ocurrió con el reloj o la cartografía, no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.
P. En su libro habla de lo que perdemos y aunque mencione lo que ganamos apenas toca el tema de las redes sociales y cómo gracias a ellas tenemos una herramienta valiosísima para compartir información.
R. Es verdad, la capacidad de compartir se ha multiplicado aunque antes también lo hacíamos. Lo que ocurre con Internet es que la escala, a todos los niveles, se dispara. Y sin duda hay cosas muy positivas. La Red nos permite mostrar nuestras creaciones, compartir nuestros pensamientos, estar en contacto con los amigos y hasta nos ofrece oportunidades laborales. No hay que olvidar que la única razón por la que Internet y las nuevas tecnologías están teniendo tanto efecto en nuestra forma de pensar es porque son útiles, entretenidas y divertidas. Si no lo fueran no nos sentiríamos tan atraídos por ellas y no tendrían efecto sobre nuestra forma de pensar. En el fondo, nadie nos obliga a utilizarlas.
P. Sin embargo, a través de su libro usted parece sugerir que las nuevas tecnologías merman nuestra libertad como individuos...
R. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades. Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la gran pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambio de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos esa parece ser la tendencia, y si continúa siendo así la gente asumirá y aceptará que siempre están siendo observados y dejándose empujar más y más aún hacia la sociedad de consumo en detrimento de beneficios menos mensurables que van unidos a la privacidad.
P. Entonces... ¿nos dirigimos hacia una sociedad tipo Gran Hermano?
R. Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo. No obstante, creo que la tensión entre la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control nunca se va a resolver. Podemos hablar con libertad total, organizarnos, trabajar de forma colectiva, incluso crear grupos como Anonymous pero, al mismo tiempo, Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.
P. Wikipedia es un buen ejemplo de colaboración a gran escala impensable antes de Internet. Acaba de cumplir diez años...
R. Wikipedia encierra una contradicción muy clara que reproduce esa tensión inherente a Internet. Comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien. Aparte, no hay duda de su utilidad y creo que ha ganado en calidad y fiabilidad en los últimos años.
P. ¿Y qué opina de proyectos como Google Books? En su libro no parece muy optimista al respecto...
R. Las ventajas de disponer de todos los libros online son innegables. Pero mi preocupación es cómo la tecnología nos incita a leer esos libros. Es diferente el acceso que la forma de uso. Google piensa en función de snippets, pequeños fragmentos de información. No le interesa que permanezcamos horas en la misma página porque pierde toda esa información que le damos sobre nosotros cuando navegamos. Cuando vas a Google Books aparecen iconos y links sobre los que pinchar, el libro deja de serlo para convertirse en otra web. Creo que es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. Ya lo estamos viendo con la aparición de vídeos y otros tipos de media en las propias páginas de Google Books. Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables, atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores. Yo creo que aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro.
P. ¿Cuánto falta para eso?
R. Creo que tardará entre cinco y diez años.
P. Pero aparatos como el Kindle permiten leer muy a gusto y sin distracciones...
R. Es cierto, pero sabemos que en el mundo de las nuevas tecnologías los fabricantes compiten entre ellos y siempre aspiran a ofrecer más que el otro, así que no creo que tarden mucho en hacerlos más y más sofisticados, y por tanto con mayores distracciones.
P. El economista Max Otte afirma que pese a la cantidad de información disponible, estamos más desinformados que nunca y eso está contribuyendo a acercarnos a una forma de neofeudalismo que está destruyendo las clases medias. ¿Está de acuerdo?
R. Hasta cierto punto, sí. Cuando observas cómo el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Es un tema que toqué en mi libro El gran interruptor. El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se está revirtiendo claramente.
P. Internet también ha creado un nuevo fenómeno, el de las microcelebridades. Todos podemos hacer publicidad de nosotros mismos y hay quien lo persigue con ahínco. ¿Qué le parece esa nueva obsesión por el yo instigado por las nuevas tecnologías?
R. Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.
P. ¿Hay alguna receta para salvarnos'?
R. Mi interés como escritor es describir un fenómeno complejo, no hacer libros de autoayuda. En mi opinión, nos estamos dirigiendo hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más. Yo simplemente me limito a alertar sobre la dirección que estamos tomando y sobre lo que estamos sacrificando al sumergirnos en el mundo digital. Un primer paso para escapar es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que no hay marcha atrás.

**Tomado de: 
http://www.elpais.com/articulo/portada/mundo/distraido/elpepuculbab/20110129elpbabpor_3/Tes

domingo, 30 de enero de 2011

Modernidad líquida y fragilidad humana de Bauman a Sloterdijk deAdolfo Vásquez Rocca**

En “La Modernidad Líquida” Zygmunt Bauman busca explorar cuales son los atributos de la sociedad capitalista que han permanecido en el tiempo y cuales las características que han cambiado. El autor busca así expandir los trazos que eran levemente visibles en las etapas tempranas de acumulación pero que se vuelven centrales en la fase tardía de la modernidad. Una de esas características es la profundización del proceso creciente de individualización social, por ello se discutirá cuales son las posibles alternativas para recrear el espíritu y el accionar comunitario en una era en que las relaciones sociales se han vuelto profundamente líquidas, precarias, transitorias y volátiles.

La caracterización de la modernidad como un “tiempo líquido” -la expresión, acuñada por Zygmunt Bauman- da cuenta del tránsito de una modernidad “sólida” –estable, repetitiva– a una “líquida” –flexible, voluble– en la que las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse y no sirven de marcos de referencia para los actos humanos.

Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos.
En principio lo líquido es un concepto positivo. Lo fluido es una sustancia que no puede mantener su forma a lo largo del tiempo. Y ese es el rasgo de la modernidad entendida como la modernización obsesiva y compulsiva. La modernidad sólida es la ya desaparecida, la que mantenía la ilusión de una una solución permanente, estable y definitiva de los problemas, y con ello una cierta inmovilidad o ausencia de cambios, al menos hasta nuevo aviso.
El sentimiento dominante hoy en día es la incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. Se trata de una particular “precariedad”, la de esa inestabilidad asociada a la desaparición de patrones a los que anclar las certezas.

Lo “líquido” de modernidad, a su vez, se refiere a la conclusión de una etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial.

La incertidumbre en que vivimos se debe también a otras transformaciones entre las que se cuentan: el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo, o la renuncia al pensamiento y a la planificación a largo plazo: el olvido se presenta como condición del éxito. Este nuevo marco implica la fragmentación de las vidas, exige a los individuos que sean flexibles, que estén dispuestos a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Bauman también se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Postula que el amor al prójimo, uno de los fundamentos de la vida civilizada y de la moral, ha distorsionado hasta tal punto que se teme a los extraños. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, en el sentido de que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio -”liquidez” en el sentido financiero.
 
ESTADOS TRANSITORIOS Y VOLÁTILES DE LAS RELACIONES HUMANAS

La fragilidad de los vínculos humanos.
Bauman explora las consecuencias de la globalización sobre el amor. Se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Postula que el amor al prójimo, uno de los fundamentos de la vida civilizada y de la moral, ha distorsionado hasta tal punto que se teme a los extraños. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, en el sentido de que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio. A través de audaces y originales reflexiones, Bauman revela las injusticias y las angustias de la modernidad sin abandonarse al pesimismo, confiando en la esperanza humana para superar los problemas de la sociedad líquida.
 
Lo “líquido” de la modernidad, a su vez, se refiere a la conclusión de una etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de producción industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial. Ahora, “el secreto del éxito reside (…) en evitar convertir en habitual todo asiento particular”. “La apropiación del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los dominadores: su inmovilización, al ligarlos a las inacabables y engorrosas responsabilidades que inevitablemente entraña la administración de un territorio”.

 Vivimos un tiempo líquido, señala Zygmunt Bauman, en el que ya no hay valores sólidos sino volubles; en el que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, casi sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como la renuncia al pensamiento, la separación del poder y la política en un mundo en el que el verdadero Estado es el dinero y, entre otros dramas, la renuncia a la memoria, puesto que “el olvido se presenta como condición del éxito”.

Bauman sostiene que nuestras ciudades son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del exterior. Lo que Sloterdijk llamó “la ciudad amurallada” en Esferas II hoy ya no es un refugio, sino la fuente esencial de los peligros.

Adicción a la seguridad y miedo al miedo.

Nos hemos convertidos en ciudadanos “adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella”, lo aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que, en opinión de Zygmunt Bauman, contribuimos a “normalizar el estado de emergencia”.

Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios… un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, al otro… Gentes de muy diferentes clases sociales, sexo y edades, se sienten atrapados por sus miedos, personales, individuales e intransferibles, pero también existen otros globales que nos afectan a todos, como el miedo al miedo…

Los miedos nos golpean uno a uno en una sucesión constante aunque azarosa, ellos desafían nuestros esfuerzos (si es que en realidad hacemos esos esfuerzos) de engarzarlos y seguirles la pista hasta encontrar sus raíces comunes, que es en realidad la única manera de combatirlos cuando se vuelven irracionales. El miedo ha hecho que el humor del planeta haya cambiado de manera casi subterránea. 
**Texto tomado de:
http://labola.wordpress.com/2008/01/20/modernidad-liquida-fragilidad-humana-y-averia-de-lo-cotidiano-de-zygmunt-bauman-a-sloterdijk-por-adolfo-vasquez-rocca/

Fragmento de "El libro de Monelle" de Marcel Schwob


Y Monelle dijo:
Ese día una mujercita te tocará con su mano y huirá;
Porque todas las cosas son fugitivas; pero Monelle es la más fugitiva de todas.
Y antes de que vuelvas a encontrarme, en este páramo te enseñaré y tú escribirás el
libro de Monelle.
Y Monelle me tendió una tablilla ahuecada en la que ardía una brizna rosada.
Toma esta antorcha –dijo y quema. Quema todo sobre la tierra y en el cielo. Y
quiebra la tablilla y apágala cuando todo esté quemado, pues nada debe ser transmitido;
A fin de que seas el segundo nartecóforo y que destruyas por el fuego y que el fuego
descendido del cielo vuelva a ascender al cielo.
Y Monelle dijo: Te hablaré de la destrucción.
Esa es la palabra: Destruye, destruye, destruye. Destruye en ti mismo y a tu
alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas.
Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son semejantes.
Destruye los antiguos domicilios de hombres y los antiguos domicilios de almas; las
cosas muertas son espejos que deforman.
Destruye, porque toda creación procede de la destrucción.
Y para la bondad superior hay que aniquilar la bondad inferior. Y así el nuevo bien
se presenta saturado de mal.
Y para imaginar un nuevo arte, hay que quebrantar el arte antiguo. Y así el arte
nuevo parece una suerte de iconoclastia.
Porque toda construcción está hecha de vestigios, y en este mundo no hay nada
nuevo excepto las formas.
Y Monelle dijo: Te hablaré de la formación.
El deseo mismo de lo nuevo no es sino la ambición del alma que anhela formarse.
Y las almas rechazan las formas antiguas, lo mismo que las serpientes su antigua piel.
Y los pacientes recolectores de viejas pieles de serpiente afligen a las jóvenes
serpientes porque poseen un poder mágico sobre ellas.
Porque aquel que detenta las antiguas pieles de serpiente impide a las jóvenes
serpientes transformarse.
Es por eso que las serpientes desollan sus cuerpos en el verde socavón de una profunda espesura; y una vez al año se reúnen las jóvenes en círculo y queman las viejas pieles.